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Escrito por Bitacorismo el 17 de diciembre de 2005 en Viajes
Después del concierto de La Costa Brava (LCB) del 3 de diciembre en Kaiserslautern, tras reposar y recuperar fuerzas el día 4, el lunes día 5 nos fuimos de viaje a Estrasburgo Fran LCB, Dani LCB, Sergio LCB, Cazalilla, Ximo y yo, repartidos en dos coches, el mío y uno que alquilamos a nombre de Fran.
Tuvimos algunos problemillas: primero porque decían que no habíamos hecho la reserva (menos mal que tenía imprimida la confirmación que ellos me habían mandado) y luego porque nos pidieron papeles que acreditaran que alguien que fuera a viajar en el coche residía en Alemania (tuve que volver a casa a por el registro de empadronamiento en Kaiserslautern).
No lo acabo de entender, ¿es que los extranjeros no pueden alquilar coches en Alemania?
En definitiva, que una hora después de lo previsto nos fuimos para Estrasburgo, en Francia. Unos 200 km. de viaje.
Una vez allí, lo primero que hicimos fue buscar un sitio para comer. Muchos locales estaban cerrados pues ya era bastante tarde para el horario ‘centroeuropeo’: las 3 de la tarde más o menos.
Al final, acabamos en un pequeño local junto a la catedral, donde comimos bien. Sobre todo recuerdo que tenían una buena calefacción. En la calle hacía bastante frío.
Luego fuimos a dar una vuelta por la ciudad y vimos la catedral, con sus paredes de ladrillo rojizo, visita obligada en Estrasburgo.
Dani fue a preguntar y como había que pagar no entramos. No éramos precisamente una expedición religiosa. Creo que de toda la Biblia sólo nos hubiéramos apuntado a la multiplicación de los panes y los peces. ¿También multiplicó el vino? ;).
A continuación dimos una vuelta por el mercado de Navidad, junto a la Catedral, y por la Petite France, barrio lleno de casas calco de las típicas casas de muchos pueblecitos alemanes: fachadas blancas llenas de travesaños de madera de color marrón oscuro.
No es de extrañar esta coincidencia, pues Estrasburgo ha pertenecido a Alemania en varias ocasiones y actualmente se encuentra justo en la frontera con Alemania.
Les ponts couverts en el barrio de la Petite France en Estrasburgo.
Foto: Rémi Leblond, publicada en Wikimedia Commons bajo licencia GNU FDL.
Sergio aprovechó para comprarse un montón de vinilos que encontró en una tienda a muy buen precio.
Tras dar una vuelta por puentes sobre canales y callejuelas zigzagueantes volvimos al coche para volver a Kaiserslautern e ir a cenar al Flammkuchen.
Hablamos de mil cosas, entre otras de la muerte de la chica de aquel anuncio de Martini con la minifalda y patines que llevaba una bandeja con una botella, de las películas de James Bond, de la mala suerte de Félix Rodríguez de la Fuente y la buena suerte de Rajoy, y de la posibilidad de volver a hacer un concierto de La Costa Brava en Kaiserslautern con la banda al completo.
El martes por la tarde, después de acompañar a La Costa Brava hasta Frankfurt-Hahn para volasen de vuelta a España, volvimos a Kaiserslautern y fuimos a cenar al restaurante de «la chinita bajacuestas en Vespa».
Al día siguiente nos fuimos con el coche hasta Metz. Teníamos previsto pasar allí el día y luego ir a dormir a Reims.
La verdad es que acertamos, pues la ciudad no tiene demasiado que ver. El centro es bonito pero se ve en un rato: un buen paseo basta para ver las cosas más interesantes.
Lo que más me gustó fueron los edificios que hay a ambos lados del río Mosel en su discurrir por el centro de la ciudad, y me llamó la atención una iglesia que hay en un especie de isla en el río (el edificio con cúpulas negras en la siguiente foto).
Vista del río Mosel a su paso por Metz, Francia.
Foto: Sebcaen, publicada en Wikimedia Commons bajo licencia GNU FDL.
Metz también tiene una gran catedral, como casi todas las ciudades francesas. Es enorme y al visitarla por dentro llegamos a la conclusión de que se podrían montar una buenas fiestas allí dentro y de que incluso había sitio para un parking. Lo dicho, no éramos precisamente una excursión de peregrinos.
También me gustó mucho una gran plaza con muchos arcos en la que estaba el mercado de Navidad (no sé su nombre). Me recordó a una plaza que hay en Onda, la Font de Dins, no por la forma ni por el tamaño, sino por los arcos y las casas que había justo encima de ellos: casas de 2 pisos muy estrechas y antiguas con los arcos y las casas formando un gran porche.
Desde Metz nos fuimos con el coche hasta Reims, al hotel que teníamos reservado. Una vez allí decidimos salir a cenar por el centro.
Una cosa me quedó clara: un miércoles de diciembre por la noche a partir de las 22 h. no hay absolutamente nada que hacer en Reims. Cenamos, vimos la calle del mercado de Navidad con todas las casetas cerradas y a dormir al hotel.
Al día siguiente volvimos al centro con la intención de hacer la visita turística de rigor. Buscamos la catedral, que era fácil de encontrar, y aparcamos justo al lado. No hay nada como hacer turismo a principios de diciembre :).
La verdad es que la catedral es el edificio más llamativo de la ciudad, con diferencia. Es enorme, inmensa. Además está en el centro de una plaza, sin edificios pegados a ella y eso todavía acentúa más esa sensación.
Es la catedral donde antiguamente fueron coronados muchos reyes de Francia. Desde hace unos años está siendo restaurada. La verdad es que la parte izquierda de la fachada está bastante dañada, falta le hace.
La catedral de Reims, Francia.
Foto: Yann Grossel, publicada en Wikimedia Commons bajo licencia GNU FDL.
Luego, como buenos guiris, nos fuimos a la oficina de turismo que está en la misma plaza de la catedral. Allí nos señalaron en un mapa una ruta que podíamos hacer caminando y también nos recomendaron visitar una de las bodegas donde se produce champagne. Y es que resulta que Reims está en la región donde se produce el champagne y es uno de los puntos de mayor producción.
La ruta a pie no era demasiado larga. Salvo el edificio del ayuntamiento y algún que otro edificio bonito no había demasiado que ver. Tras un buen rato caminando y como el clima no acompañaba (hacia un frío del carajo), decidimos volver a la avenida peatonal donde estaba el mercado de Navidad para comer.
Después de comer dimos una vuelta por el mercado de Navidad, nos hartamos de ver gente que vendía ostras frescas en puestos en la calle y nos fuimos a por el coche para ir de visita a las bodegas de Piper Heidsieck.
La visita se hace a través de los túneles de las bodegas, montado en una especie de coche que va por unos railes mientras una grabación te va contando todo el proceso de elaboración del champagne. Elegimos estas bodegas porque en el folleto que nos dieron ponía que la visita guiada estaba disponible en muchos idiomas, entre ellos el castellano.
El ‘viajecito’ es interesante. Te explican todo el proceso de forma amena y no excesivamente larga. Ves el modo en que apilan las botellas para almacenarlas, te haces una idea de lo enorme que es aquello, te enteras de que el champagne Piper Heidsieck es el que bebían en la película ‘Casablanca’ y al final tienes una degustación de una a tres copas de champagne según lo que pagues a la entrada.
Tras esta visita podríamos haber ido a visitar la basílica de Saint Rémi, que estaba cerca, pero la temperatura, la humedad y el cansancio nos llevaron hacia el coche de vuelta al hotel, no sin antes hacer una parada en un supermercado para comprar quesos y vino para la cena en la habitación del hotel al más puro estilo ‘turista de chancleta’.
Además había que guardar fuerzas para el fin de semana en París.
Hay 3 comentarios.
El 10 de enero de 2006, a las 21:33 horas, mg dijo:
«turista de chancleta» *genial*. No, si es lo que digo yo, que ostras, pescados y frutas en la calle venden en todos lados, y luego vienen aquí y toman dos millones de fotografias como si fuera una novedad. A mi Francia como que no, pero por llevar la contraria al mundo nada mas. Impresiona la catedral, muy cierto.
El 11 de enero de 2006, a las 13:00 horas, guialven dijo:
Yo acabé un poco harto de tanta catedral. No es lo que más me guste visitar, pero está bien conocerlo todo.
En Francia, yo antes de este viaje sólo había estado en París (varias veces) y en Niza.
Una conclusión que saqué de este viaje es que he de aprender francés: no es tan difícil hablarlo mal para poder al menos entenderte.
El 11 de enero de 2006, a las 14:47 horas, mg dijo:
Recuerdo que cuando fui a Alemania compré uno de esos libros que traen la traducción fonética de algunas preguntas y palabras, y claro, muy bien con el libro pero no entendía ninguna respuesta.